El pan de siempre

Parece mentira que un chico de 14 años pueda escribir sobre “el pan de siempre”, como si tuviera la edad de mis padres o de mis abuelos.





Pero es que no hace falta ser muy mayor para descubrir que antes se comía mucho mejor pan, y afortunadamente parece que se vuelve a eso y hay más interés por consumir el mejor pan posible.

Estamos acostumbrados a comprar pan en supermercados y gasolineras. Se trata de pan congelado y precocinado, que recién hecho está bueno porque suele estar crujiente e incluso recién hecho. Pero pasadas unas horas ese pan no vale para nada, o para casi nada, tampoco hay que pasarse.

Sin embargo hay panaderías donde se sigue haciendo pan de verdad, algunos incluso con hornos de leña para darle ese sabor rústico y especial típico del pan de pueblo. Cuando voy a pueblos siempre entro en panaderías a comprar pan y repostería del lugar, sobre todo magdalenas, que me encantan. También he comido muy buen pan en León, la ciudad donde nació mi madre, y cuando paso el verano en Galicia, que tiene un pan buenísimo.

Además he leído que en muchos sitios se dan cursos de cómo hacer pan en casa. Aunque no tengamos hornos profesionales, la clave está en la preparación de la masa. Harina, agua, levadura y sal son la pócima sencilla de este alimento tan importante para nosotros. No hay más ingredientes ni secretos. Cómo se amasa, se fermenta la masa y luego se hornea, hacen que el pan sea mejor o peor. Claro que cuenta también la calidad de la harina, como en cualquier otro alimento.

Por si queréis cocinar pan en casa, os dejo algunas páginas web y blogs donde enseñan a hacer pan como un panadero tradicional:







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